Las desventuras de Pulchinella
Todo cambia en el artista de la escena cuando se pone la máscara. El cuerpo, la voz, el lenguaje. Ya no puede comportarse como en la cotidianeidad
La máscara es un detonador de una explosión expresiva.
De esta forma se hace accesible a todo público, de cualquier cultura,
aunque no conozca la lengua en la que hablan.
Técnicamente, cuando el actor está tras una máscara, y realiza el acto de
mirar, debe orientar la máscara considerándola sólo un gran ojo. El centro de
este ojo, el actor lo debe situar en la punta de su propia nariz, no de la
máscara. Tiene tres puntos de referencia para dirigir la máscara: el
partenaire, el objeto y el público.
Historia de un títere: Cristóforo Colombo y Cristina Kolumelah
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